Autorretrato de Siria 

Silvered Water, Syria Self-Portrait (2014)

de Ossama Mohammed y Wiam Simav Bedirxan

Por

Este único e imprescindible documental surge a partir de la colaboración entre el cineasta sirio exiliado en París Ossama Mohammed y la joven activista kurda Wiam Simav Bedirxan, quienes se sirven de escenas de miles de vídeos clandestinos para perfilar una espeluznante crónica de la guerra civil siria (2011-presente).

La película nace tras una conversación en el invierno de 2011 entre Mohammed y Simav. El cineasta ya estaba exiliado en París y la activista, que permanecía en Siria sufriendo el día a día de la guerra, le preguntó: “Si tuvieras tu cámara en Homs, ¿qué filmarías?”. A raíz de esta pregunta Mohammed empezó a meditar por dónde podían empezar a narrar un evento de la magnitud de esa guerra. Uno de los primeros vídeos que marcaron a Ossama fue el de un joven torturado por las fuerzas de seguridad de Bashar al-Assad y que los propios captores habían subido a Youtube.

La mayor parte de los vídeos están grabados con las cámaras de los móviles de ciudadanos anónimos, soldados y parientes de las víctimas de la guerra. La pobre calidad de los documentos potencia la sensación de asfixia y otorga máximo realismo y crudeza a las imágenes proyectadas en la pantalla. El espectador se enfrenta a innumerables actos sádicos, escenas de tortura y humillación, cadáveres de hombres, mujeres y niños, a la desolación de ciudades como Homs, habitadas por fantasmas, gatos y perros mutilados o quemados por el fuego, o caballos muertos en las calles desiertas. La desproporción del desastre y la fuerza que imprimen esas escalofriantes imágenes en la retina producen un efecto devastador inmediato.

La brillante y terrible labor de los directores reside en la selección y ensamblaje de los diferentes vídeos, que se exponen ante el espectador sin manipulación ni edición. La sucesión de los mismos está acompañada por los diferentes capítulos que componen la relación entre Mohammed y Simav. La reconstrucción poética de sus conversaciones funciona como breve desahogo entre tantas y tantas imágenes que asimilar. La unión entre estas dos formas narrativas tan poco convencionales recuerda al videoarte, y las imágenes de París son eminentemente conceptuales. La mezcla audiovisual funciona y provoca una profunda sensación de espanto y desesperación. Según avanza el metraje, las imágenes de las ciudades devastadas y los rostros de las víctimas se transforman en un manifiesto rotundo sobre la deshumanización de la sociedad, el triunfo del sadismo y la victoria de los criminales.  Silvered Water, Syria Self-Portrait es una obra maestra y un impagable testimonio de la capacidad destructiva de la humanidad.

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