Crítica
Los últimos cinco años (2014), de Richard Lagravenese
Por
El off-Broadway neoyorquino estrenó en 2002 un musical independiente creado por Jason Robert Brown que narraba la creación y destrucción de una relación amorosa y un matrimonio (aparentemente, con toques autobiográficos). Cathy y Jamie repasaban su historia, ella haciéndolo desde el final hasta el inicio y él en sentido opuesto. La música ocupaba la totalidad de los diálogos que eran, en verdad, monólogos, ya que los protagonistas sólo interactuaban en una canción, en la que se comprometen y que coincide con el punto intermedio de las dos líneas temporales.
Richard LaGravenese, director de Postdata: Te quiero y guionista de El Rey Pescador o Los puentes de Madison, entre otras, adapta a la gran pantalla la partitura teatral con dos aciertos y algún error. Los dos aciertos son sus protagonistas, Anna Kendrick y Jeremy Jordan. Kendrick encarna aquí a una mujer alejada de sus personajes habituales, una actriz sin éxito que se ve relegada al papel de mujer florero cuando su novio consigue un éxito inaudito como escritor. La lucha interna de Cathy, su adoración por Jamie, su frustración a la hora de llegar a ser quien quiere ser, su soledad en los eventos públicos a los que acompaña a su marido, se mezclan en todas sus canciones, en las que se asegura que nunca será la mujer que se queda en casa, en las que se alegra de formar parte de la magia que él genera al escribir o en las que narra de forma irónica lo difícil que es para ella intentar abrirse camino en el mundo de la interpretación (“A Part of That”, “When You Come Home to Me”). Igualmente, Jordan se apropia de la locura que supone ser el nuevo Jonathan Franzen, tener al lado a la mujer que quiere y, después, ver como todo se mueve tremendamente deprisa (“Moving Too Fast”). Su energía es contagiosa, su desesperación por no poder mantener su relación en pie o su decepción consigo mismo son reales, y su interpretación se ve beneficiada por esas dos caras del personaje.
El error viene de parte de la historia, o de la adaptación, que se beneficia de unas canciones bonitas y, en algunos momentos, de su gran puesta en escena (“The Schmuel Song”, “A Summer in Ohio” o “If I Didn’t Believe You”), pero que es incapaz de enlazar unas con otras formando una estructura narrativa atrayente y empática, dejando al espectador a cargo de los sentimientos de la pareja y de sus conflictos. Y es muy interesante la discusión creativa y sentimental que presenta, confrontando a alguien incapaz de tener éxito por no tener control sobre lo que ocurre con un prodigio con el que comparte cama. Alguien que se niega a vivir “detrás de” pero a quien las circunstancias no le dejan estar, en ese aspecto, “al lado de”. Y también alguien, el polo opuesto, que ve cómo, a pesar del cariño, el éxito con el que siempre soñó condiciona la relación que mantiene en casa. Que esta pareja se quiere, o se ha querido, no cabe duda. Pero tampoco la cabe de que su entorno no les facilita el entendimiento.
Película pequeñita, musical que aprovecha todos sus recursos para existir pero que sigue manteniendo su espíritu off-Broadway, Los últimos cinco años es una oportunidad única para disfrutar de bellas canciones interpretadas con brillantez y también para analizar por qué, en ocasiones, un musical no consigue hilar bien todos los sentimientos que presenta. Y por favor, teniendo en cuenta que el 95% del filme es cantado, si tienen oportunidad de elegir, vayan a verla en inglés.
from on .