Crítica
Aprendiendo a conducir (2014), de Isabel Coixet
Por Joan Colás
Mientras la protagonista de Aprendiendo a conducir practica con el coche, Isabel Coixet practica con la comedia. Y es que parece que a la directora le pesa el tópico como a sus personajes más característicos les pesa la vida. Cuando uno piensa en algún film de la catalana, vienen a la cabeza Mi vida sin mí, La vida secreta de las palabras y otro tipo de dramas. Tanto da que haya hecho documentales e incluso una película de terror, Isabel Coixet y drama intenso van unidos de la mano. Y esto contrasta con la personalidad de quien en sus apariciones públicas se ve divertida y capaz de reírse de todo.
Tal vez por eso, su nuevo film es toda una típica comedia con tintes románticos sin apenas drama. Wendy (Patricia Clarkson) es un escritora hundida tras el engaño y separación de su marido. Una especie de Woody Allen light a quien le da miedo la vida en solitario y mucho más coger un coche. Su profesor de autoescuela es Darwan (Ben Kingsley), un inmigrante indio en New York, que también conduce un taxi e intentará apaciguar sus miedos.
Pese a que Aprendiendo de conducir no es más que una inocente comedia, tiene algo interesante, la relación se desarrolla y crece en un taxi, con los actores mirando al espectador mientras interactúan entre ellos. Integra temáticas como la inmigración, las mujeres engañadas o los matrimonios de conveniencia, y sus protagonistas se mueven por unos derroteros que nunca acaban llevando a donde uno espera.
Isabel Coixet parece sentirse más cómoda cuando retrata la vida y cultura de los sij o la hipocresía y desconocimiento de la cultura occidental acerca de sus vecinos extranjeros. Las relaciones intrapersonales son meras anécdotas tratadas con ligereza, como reclama el género, pero sin ningún fondo.
Todo es terreno conocido para el espectador, para los que les gusta los mensajes de adaptación, aceptación y lucha personal retratados sin el pesar por el que es recordada Isabel Coixet. Ella misma afirmaba que se ha tomado Aprendiendo a conducir como “una oportunidad de hacer una película de la que al salir no te quieres cortar las venas” y lo logra siendo fiel a su temática, las relaciones humanas, pero perdiendo ese estilo propio pesado, dramático y extenuante pero tan característico de su filmografía.
Como una alumna que desatiende a su profesor, Coixet no escucha el consejo de Darwan a Wendy: “aquí dentro sólo estáis tú y el resto de coches”. El resultado es un mensaje que se diluye entre los diferentes caminos que va tomando el film. La relación entre los protagonistas queda abierta, los personajes secundarios son anecdóticos y cuando quiere dejar ver un mensaje político-social éste acaba diluido entre tanta charla y mensaje “buenrollista” .
Uno acaba pensando que con el sello Coixet la incomprensión de los protagonistas y sus vivencias cobrarían más relevancia y acabaría aportando algo interesante en una película que no deja nada en claro, sólo ofrece pinceladas de unas vidas más que interesantes que llegan con poca fuerza al espectador.