A la deriva cinematográfica
Por Jorge Castrillo
Dead Slow ahead es la historia de un barco. Un barco sin dirección alguna. Es la historia del fair lady , que transporta sigilosamente sus secretos y los de sus trabajadores a través del océano. En esta muerte anunciada, el realizador catalán Mauro Herce nos sumerge en un letargo por los inframundos de un barco carguero que vaga por un universo donde el espacio y el tiempo pierden su objetividad y se redimensionan creando una deriva permanente.
Mauro es un cinéfilo declarado, eso es algo que su opera prima asume a la perfección, consiguiendo brindar un soplo de aire fresco con una propuesta arriesgada y personal. Una vez superado el objetivismo, solo queda espacio para la expresión y esto es algo que Mauro sabe llevar a su terreno para dar una pátina autoral a una premisa que podía haberse sentido más cómoda en un registro más ligado a lo observacional.
Pero Mauro no es un cinéfilo solo por esa cuestión, si no por la asunción de que el cine basa su fuerza en la utilización de imagen y sonido y que en ambas herramientas y en su yuxtaposición en el montaje es donde reside la alquimia del dispositivo.
Aunque esta frase roce la evidencia, en realidad no es tan cristalina como parece, como decía Javier Rebollo en una entrevista concedida sobre “El muerto y ser feliz” casi siempre relegamos al sonido a un segundo plano carente de tanta importancia como los otros elementos, mientras que en la raíz de la palabra “audiovisual” y todas sus acepciones el término audio siempre está por delante de la imagen.
Es en ese poder de ligar ideas donde la película consigue crear una brecha mayor entre el hombre y sus máquinas, entre el cuerpo, funcional y técnico que se emplea para desarrollar una tarea y el engranaje que el propio ser humano ha creado.
En España siguen aflorando realizadores con propuestas cada vez más novedosas y personales que superan con creces la limitadora frontera de géneros del documental y la ficción, dejando entrever que nuestro cine también posee ganas y valentía
Una suerte de guiño a lo que Chaplin trató de vaticinar con sus tuercas y gags en lo que para él ya eran tiempos modernos, sin poder llegar a concebir el futuro y la industrialización que posteriormente íbamos a experimentar, donde un barco puede navegar sin rumbo por el océano mientras decide cual será el mejor postor para su cargamento y sus trabajadores son incapaces de explicarles a sus familias hacia donde navegarán mañana. Es en este terreno difuso de ensoñación, donde Mauro, gracias a su pericia y destreza cinematográfica desarrolla su reflexión sin perder un ápice de belleza e inteligencia en la historia que quiere contarnos, sabiendo dotar a todos los elementos técnicos de una intencionalidad de forma que sugieran una idea, evitando los espacios comunes.
El ritmo de la película es polivalente, haciendo que el espectador pueda sumergirse en este letargo sin llegar a percibir qué plano podrá venir después o cual será su duración, ya que la película posee desde numerosas secuencias dilatadas en la observación donde nos coloca en un lugar privilegiado enseñando al espectador los inframundos que se tejen en las calderas, un lugar que parece sacado de otro planeta, a momentos de pura ficción, donde un pequeño detalle como un brillo de un ojo adquiere una dimensión inquietante y perturbadora que podría recordarnos al mismísimo Pedro Costa y las ensoñaciones de su Caballo Dinero.
Es muy revelador percatarse, como es bien sabido, que España siguen aflorando realizadores con propuestas cada vez más novedosas y personales que superan con creces la limitadora frontera de géneros del documental y la ficción, dejando entrever que nuestro cine también posee ganas y valentía, con ínfulas de romper una lanza hacia otro tipo de sensibilidades, aunque lamentablemente la verdadera historia que hay detrás de este tipo de obras es la de un realizador que se enfrenta al mundo para poder expresar lo que quiere y que desgraciadamente, una vez que lo consigue, su película no es valorada lo suficiente en salas como debería y, aunque haya dinamitado los festivales internacionales de mayor prestigio, en España se siga viendo como un producto marginal y no como una verdadera corriente de jóvenes ( y no tan jóvenes) realizadores que vaga a la deriva como el “Fair lady” sin poder encontrar su lugar en el mundo.
Título original:Dead Slow Ahead (2015)
Duración 74 m.
País: España
Director: Mauro Herce
Guión: Mauro Herce, Manuel Muñoz
Fotografía: Mauro Herce
Reparto: Nicanor Abella, July Sawal, Niko Banderado, Reynand Camiller,Cesar Quimson, Niels Oplas, Sergiy Kulhcitskky, Noel Guillido