¿A cuanta gente han torturado en Barcelona hasta encontrarse con el hijo de un diplomático o con alguien que pueda defenderse?
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Entrevistamos a Xapo Ortega en el Café Kino, allá por julio, cuando uno de sus ciclos de cine mensuales incluyó Ciutat Morta. Entonces la película no había hecho acto de presencia en Filmin ni, mucho menos, en el canal de televisión catalán. En el Kino aprendimos que el desalojo de una casa okupada, con un accidente de por medio que había dejado a un policía en coma, se había solucionado con la detención de, entre otros, tres chicos de origen latinoamericano que no estaban dentro de la casa en el momento del arresto y dos personas más en el hospital al que estos chicos fueron trasladados para curarse tras sufrir torturas en comisaría. Patricia Heras, una de las últimas arrestadas, acabó con su vida en 2011, algo que propició aún más la ira de los implicados porque los hechos saliesen a la luz y se hiciesen públicas las injusticias cometidas.
“A nosotros nos costó mucho entenderlo todo”, confiesa Xapo Ortega. “Hace un par de años Xavi y yo nos ejercitábamos contándole a la gente el 4F y cronometrándonos, para ver cómo lo narrábamos, cómo se entendía. Cada vez que lo explicábamos, variábamos el punto de vista intentando encontrar una forma de narrar algo tan complicado. Fue así como interiorizamos los datos del caso”.
P: El documental tenía urgencia por salir.
R: Aunque el documental nace de la rabia y la prisa de contarlo, era tan complejo este caso que al final nos dimos año y medio. Entender nosotros mismos qué había pasado y filtrar los datos, lo que era cierto y lo que no, nos llevó mucho tiempo.
¿Cómo llegaste a interesarte por el 4F?
Veníamos de vivir una campaña de varios años de criminalización de los movimientos sociales en Barcelona. En el 2006 se aprobó la ordenanza de civismo y convivencia, intentando limitar todo lo que se hacía en el espacio público y acabando con esa espontaneidad callejera de la que la ciudad hacía gala. Un mes después sucede el 4F. Yo me enteré entonces del caso, de las detenciones, estuve en alguna manifestación y fui siguiendo desde lejos lo que pasaba. El 26 de abril de 2011, Patri se suicida. Tres semanas después estalla el 15M, y conozco a Xavi en la comisión audiovisual, grabando vídeos. Empezamos a recoger casos de represión policial y al poco, en una investigación del semanario La Directa que estaba cotejando números de placa de todos los policías denunciados por torturas, se descubre que los policías condenados en una sentencia de octubre de ese año por torturar a un chico de Trinidad eran los mismos que los que torturaron a los del 4F. Eso hace estallar la rabia.
¿Colaborabais entonces con la plataforma Desmontaje 4F?
No. Cuando abrimos el crowdfunding para financiar el vídeo coincidimos con una de sus campañas. Conseguimos casi la mitad del dinero en un día porque la gente nos asociaba, pero ellos se preguntaban “de dónde salen éstos”. Hubo tiras y aflojas, gente que llevaba seis años luchando, con mucho dolor, mucho sufrimiento, y que obviamente dudaba de nosotros. Aparecimos como un elefante en una cacharrería, pero insistimos y nos fueron dando una confianza que no hemos ganado del todo hasta el estreno de la película.
¿Cómo recibieron los implicados inicialmente la propuesta?
Rodrigo, Mariana y su entorno estaban más acostumbrados a que les entrevistasen y les hiciesen vídeos, porque habían comenzado ellos con la lucha política. Con el entorno de Patri fue más difícil, empezamos la película el año del suicidio y todas las entrevistadas son chicas que vienen de un entorno queer muy politizado. Que fuésemos dos tíos que no veníamos de ese ambiente lo hacía más complicado.
Había nueve detenidos, ¿y los cuatro que no salen en la película?
Son una chica alemana y tres catalanes. En el juicio, en 2008, les condenan a penas menores de dos años, así que no entran en prisión. Además, nunca quisieron saber nada de la plataforma y de la lucha política. Tal vez pensaban que tendrían las de perder si se juntaban con la parte política. Es legítimo.
¿Intentasteis conseguir testimonios del entorno del policía herido?
No directamente, pero sí a través de gente que tenía contacto con su familia. Les propusimos formalmente participar, pero nunca recibimos respuesta, ni positiva ni negativa.
Al inicio del documental se ve una proyección en el Cinema Patricia Heras, okupado para el evento. ¿Es el mismo producto final el que se vio allí que el que vemos nosotros ahora?
Casi. En la versión del cine okupa aparece encapuchado el amigo del chico que tiró la maceta. Pero en los debates posteriores creaba mucha controversia, por un lado porque no cumplía con el rigor del resto del documental porque no da la cara ni se le identifica y, por otra parte, porque centraba mucho el caso en quién tiró la maceta, y a nosotros no nos importaba eso, sino lo que ocurrió después de ese momento.
¿Cómo recibisteis el premio de Málaga?
Con mucha sorpresa y alegría. Yo no creo en los premios, en la competición ni nada de eso, pero si nos va a servir para que el caso se oiga, vamos a recoger los que hagan falta.
Ciutat Morta no se limita al caso, sino que analiza el papel de la ciudad en la historia.
Podíamos haber explicado en una película más corta simplemente el 4F, pero queríamos expandirlo al análisis del modelo de ciudad, hablar de cómo regular lo que sucede en el espacio público. Éste no es un caso aislado, pasa habitualmente en Barcelona. Aquí la policía se equivocó, con el 4F porque los detenidos tienen un entorno que lucha, en el caso de Yuri porque dan con el hijo de un diplomático que contrata al mejor abogado de la ciudad y les desmonta la acusación en dos patadas. La tesis del documental es, entre los chicos del 4F y Yuri, ¿a cuanta gente han torturado hasta encontrarse con el hijo de un diplomático o con alguien que pueda defenderse?
Ha habido poca cobertura periodística del caso, especialmente en Cataluña.
Yo soy muy poco dado a las conspiraciones, pero en el caso 4F hemos visto cosas que prueban que ha habido manipulaciones. Por ejemplo, nosotros en el 2011 capturamos la noticia en TV3 del juicio que dice algo como “los chicos dicen que fue una maceta, los policías que fue una piedra, son dos versiones y en realidad no hay pruebas concluyentes”. En 2013, cuando se estrenó el documental, volvimos a la web de TV3 a buscar esa noticia para capturarla con más calidad, y la sorpresa fue que las imagines eran las mismas pero habían cambiado el audio. Eso no es conspiración, es que están pasando cosas. Asimismo, La Vanguardia y El Periódico son aun reacios a contar esto. El Ara, El Punt Avui, El País y El Mundo sí que han sacado cosas, pero los catalanes más ligados al poder se niegan a tratar el tema. Y obviamente creemos que hay alguien que dice “de esto no se habla”.
Frente a esa cobertura de los medios, ¿cómo responde la gente?
Es muy interesante, porque tengo la teoría de que este documental en el 2008 no hubiese funcionado, hubiese sido más difícil atravesar las creencias democráticas de la gente. En cambio ahora mismo los mossos d’esquadra han dilapidado la credibilidad que tenían, no solo porque sean muy bestias, sino porque la gente es crítica y está observándoles. El 15M ha ayudado a quitar este velo. Son muchas luchas en paralelo las que hacen que este documental sea más creíble hoy que hace ocho años. Ahora se pone en cuestión cualquier acción policial que acabe con heridos o algún muerto.
Ya tenéis el caso dominado.
Qué va. Cuando hacemos charlas con Mariana y Rodri aún descubrimos cosas. Nosotros en la película no hablamos mucho de la cárcel, no nos daba tiempo. Pero hace tiempo, en Guernica, Mariana explicó que el exterior de la cárcel de hombres está lleno de mujeres que van a cuidar y visitar.
¿Y el exterior de la cárcel de mujeres?
También está lleno de mujeres.