
Emma Watson y Ethan Hawke
Crítica
Regresión (2015), de Alejandro Amenábar
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Con solo 23 años, Alejandro Amenábar (Santiago de Chile, 1972) se estrenó en el mundo del cine con Tesis (1997), un thriller en el que Ana Torrent (Angela) preparaba una tesis sobre la violencia audiovisual. Con una maestría sorprendente, dejó a los espectadores pegados a la silla por su forma de mostrar la inmensa capacidad de crueldad y sadismo del ser humano. Las snuff films, esas grabaciones de violaciones, asesinatos, infanticidios destinadas al disfrute de ojos perturbados, tenían un protagonismo esencial en una cinta en la que el director consiguió crear una atmósfera asfixiante dentro de una trama perfectamente hilada. La película logró los principales Goya de aquél año (7 en total, incluido mejor director novel y mejor película), lo cual sirvió para que el filme tuviera un segundo recorrido mucho más prometedor de lo que había disfrutado en su estreno. Esa vez, los premios sirvieron para algo.
Luego vendrían Abre los ojos (1997), más ciencia ficción que suspense; Los otros (2001), con Nicole Kidman como protagonista, una sorprendente historia de fantasmas, rodada en inglés, que arrasó en taquilla; Mar adentro (2004), un archipremiado trabajo en el que contaba la historia real del tetrapléjico gallego Ramón Sampedro y Agora (2009), la historia de la filósofa y astrónoma Hipatia de Alejandría (Rachel Weisz) que acabó traicionada y descuartizada.
Seis años después llega su sexta película: Regresión y con ella Amenábar vuelve a lo mejor de sus orígenes. Protagonizada por Ethan Hawke y Emma Watson, narra la historia de una adolescente, Angela (curiosamente, el mismo nombre de la protagonista de Tesis) que acusa a su padre (fantástico David Dencik) de haber cometido un crimen terrible contra ella. Aunque parece no recordar exactamente lo ocurrido, el padre se confiesa culpable. Un reconocido psicólogo (David Thewlis) trata de resucitar sus recuerdos hasta descubrir una terrible conspiración.
Basada en hechos reales, la película está situada en Minnesota, en 1990. Rodada en Toronto (es una coproducción hispano-canadiense), recrea perfectamente el ambiente asfixiante de esa América profunda de casas asiladas habitadas por personajes que se mueven en la más extrema pobreza material y mental y que por aquellos años fue pasto de todo tipo de sectas.
Toda la narración está impregnada de una atmósfera turbia y oscura que el director ha cuidado hasta el extremo. El propio Amenábar ha dicho que esta película supone “revisitar el misterio, reencontrarse con el género que marcó el comienzo de su carrera con Tesis, una película donde exploraba el poder casi hipnótico que a veces ejerce sobre nosotros la contemplación del horror”.
Y horror a raudales hay en este filme. Un horror que a veces se cuenta con escenas sobrias y otras veces con escenas más que explícitas hasta el punto de tener casi que mirar para otro lado porque lo que ocurre se hace insoportable a nuestras convencionales y bien ordenadas cabezas. La búsqueda de pruebas que permitan enviar a los culpables de lo ocurrido a la cárcel, es un viaje por escenarios tan inquietantes como las misas negras, los sacrificios y las regresiones.
Es difícil hablar de una película como esta sin romper el suspense. Pero no creo destripar nada si digo que la historia es un viaje por sucesos de los que, esos u otros parecidos, nos vienen a la memoria según transcurre la proyección.
Lo que sí se puede decir de este filme lleno de referencias a los clásicos del género, es que Regresión es una extraordinaria película que enriquece el género de terror y en la que se plantea que a lo que de verdad hay que tener pánico es a la fragilidad de la mente.