Regreso al pasado

PROJECT ALMANAC

Crítica

Project Almanac (2014), de Dean Israelite

Por Pablo Álvarez

Desde que el escritor británico H.G.Wells escribiera La máquina del tiempo en 1895, el concepto de viajes temporales ha servido de fuente de inspiración a infinidad de historias en diversos formatos. En el cine, este concepto ha originado películas como la trilogía de Regreso al futuro, Terminator, Los cronocrímenes o la reciente y excelente Predestination. Ahora llega a nuestras pantallas Project Almanac, un proyecto enmarcado en este tipo de propuestas apadrinado por Michael Bay, que supone el debut en la dirección de Dean Israelite.

La historia sigue los pasos de David, quien un día encuentra en el ático de su casa una vieja cámara que contiene la grabación de uno de sus cumpleaños cuando era pequeño. Cuando descubra que su yo actual aparece en el vídeo, empezará una investigación junto a su hermana y su grupo de amigos, que los conducirá hasta el secreto mejor guardado de su difunto padre: la capacidad de viajar a través del tiempo.

El argumento de la película explora caminos ya transitados en otras obras de temática similar, pero con la peculiaridad de trasladarlos al mundo adolescente con la intención de despertar el interés de este sector del público. Consecuentemente, las motivaciones que impulsan los viajes temporales de sus protagonistas están justificadas por cuestiones con las que estos se sientan identificados, tales como alcanzar la popularidad en el instituto, aprobar un examen difícil, vengarse de los matones de turno o conseguir llamar la atención de la chica de sus sueños. Algunos detalles, como el entorno familiar desestructurado del protagonista por una tragedia previa, remiten a las producciones de la Amblin como E.T o la más actual Super 8, cuyo espíritu también se evoca en escenas como las que muestran los experimentos previos al primer viaje. La película transmite eficientemente el sentido de la aventura y la diversión que supone saltar en el tiempo durante la primera mitad, al igual que consigue cambiar el tono cuando los acontecimientos se tornen inevitablemente más dramáticos. No obstante, se echa en falta un mayor desarrollo en algunos aspectos de la trama, lo que se traduce en un tramo final que resulta un tanto acelerado y desaprovechado, en relación a otros mucho más intrascendentes.

La realización de Israelite se adscribe al estilo “found footage”, pero lejos de resultar mareante como en otras cintas similares, consigue un seguimiento fluido de la acción, gracias a los estabilizadores de la cámara y el uso del plano fijo en determinados momentos. A pesar de esto, la decisión de usar este método resulta meramente estilística, ya que al margen de una mayor sensación de inserción en algunas escenas, el cambio apenas se hubiera notado de haberse rodado de una manera tradicional. El reparto, encabezado por un eficaz Johnny Weston, eleva la calidad de la película por la naturalidad que transmiten sus actuaciones, haciendo creíbles las relaciones entre los amigos y sus reacciones ante las distintas situaciones que van surgiendo.

Probablemente la cinta no será recordada por la originalidad que plantea su propuesta. Sin embargo, supone un buen entretenimiento que ofrece diversión y un plantel protagonista convincente. Bien es cierto que puliendo determinados detalles podría haber supuesto un trabajo más memorable, pero el resultado final resulta lo suficientemente satisfactorio como para que no lamentemos haber pagado el precio de la entrada.

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