San Sebastián, tercer día

Crítica del 61 Festival de San Sebastián

Dos buenas propuestas españolas

Por Claudia Lorenzo

Todos sabemos el papel que juegan las expectativas a la hora de disfrutar de algo. En ocasiones, altas expectativas consiguen que le pongamos más ganas. Pero a veces logran justo lo contrario, que la conclusión nos decepcione. Confesaré que, aunque disfruto y alabo la capacidad interpretativa de Antonio de la Torre, no tenía yo demasiadas ganas de ver “Caníbal”, tremenda historia de amor entre el ser del título y una mujer. El ritmo se sugería pausado y el argumento prometía morbosidad y tal vez incomodidad.

Martín Cuenca hace, sin embargo, un drama romántico que utiliza su lentitud a favor. El ritmo viene impuesto por la historia y por el espacio que ésta necesita para desarrollarse. La calma es lo que buscamos a la hora de entender a Carlos, el mejor sastre de Granada, y su costumbre de matar y comerse a bellas mujeres como expresión de sus sentimientos. El “ven devórame otra vez” elevado a la máxima potencia. Carlos, como Dexter Morgan en la serie televisiva, es consciente de que lo que él hace no está bien, y lo oculta como puede. Carlos, como Dexter, ha vivido siempre creyendo que el contacto y el amor humano no eran para él. Y a Carlos, como a Dexter, la vida les sorprende y se dan un batacazo. Cabe destacar que, dentro de lo malo, la labor de asesino en serie de tipos malos de Morgan es relativamente más defendible que los instintos depredadores del personaje al que interpreta De la Torre. El actor borda las expresiones hieráticas del sastre, y también sus emociones, y su compañera Olimpia Melinete se encarga de reaccionar a los impulsos con una presencia dulce y calmada pero firme. Como se ha visto aquí, “Caníbal” no es una película para todos los gustos y es comprensible. Pero si uno entra a ciegas, sin esperar nada a cambio, lo que se recibe es muy bonito.

“¿Quién es Dayani Cristal?” pertenece a la sección de Horizontes Latinos y es un documental dirigido por Marc Silver y producido y, en cierta manera, co-protagonizado por Gael García Bernal. A través de la historia del cadáver de un inmigrante ilegal encontrado en el desierto de Sonora, en Arizona, la película analiza la política de identificación de cadáveres del estado, las dificultades a las que se enfrentan a la hora de encontrar a las familias de indocumentados y, en un análisis más profundo, las causas y las consecuencias de la emigración latinoamericana hacia los Estados Unidos. García Bernal realiza un viaje desde Honduras hasta la tierra prometida, dando cada uno de los pasos que los emigrantes dan a lo largo del trayecto. Así se aloja en albergues de la caridad, cruza México a lomos del tren conocido como “La Bestia” y salta el muro que impide el acceso a Arizona, decidido a invertir sus próximos días atravesando el desierto. Mezclando lo personal con lo general, el documenta plantea interesantes preguntas por parte de todos aquellos que ven de cerca la tragedia que supone recoger decenas de cuerpos al año pertenecientes a aquellos que no han conseguido llegar vivos a Estados Unidos. Sin embargo, cojea un poco a la hora de presentarnos el viaje del emigrante, que se asemeja a una aventura en la que prima la camaradería y la solidaridad, cuando es bien conocido que no siempre sucede eso.

Hay quien se enamora de sus personajes y nos cuenta historias de gente buena a quienes el mundo les pone trabas. David Trueba consigue que le cojamos cariño a todos los integrantes de su último filme, “Vivir es fácil con los ojos cerrados”, que toma su título prestado del inicio de la canción beatle “Strawberry Fields” (“Living is easy with eyes closed, misunderstanding all you see”), compuesta en Andalucía. En la película, ambientada en la España de los 60, conocemos a un maestro de inglés, interpretado por Javier Cámara, loco por los Beatles. Este señor se embarca en un viaje en coche desde Albacete hasta Almería para conocer a John Lennon, su ídolo, que está en la provincia rodando una película y replanteándose su permanencia en el grupo que le dió fama. Hay un detalle en la obsesión de este personaje por conocer al cantante que demuestran el gran escritor que Trueba es. En el camino, este hombre recogerá a dos autoestopistas, una chica de 21 años (Natalia de Molina) con embarazo a cuestas y un adolescente (Francesc Colomer) que huye de casa buscándose a sí mismo.

“Vivir es fácil con los ojos cerrados” es una película agradable de ver, bien hecha, con un guión cómico en el que se nota el pulso de su autor, con unos actores, desde Cámara a Ramón Fontserè pasando por Jorge Sanz o el cameo de Ariadna Gil, que dan el punto a los personajes. Es un retrato amable pero crítico de un país, en el que se huelen las referencias a nuestra situación actual, y en donde se hace una apología necesaria del inglés como idioma que abre la mente. Más importante aún, se sale de ella con una sonrisa en la boca. Sin el melodramatismo de otras propuestas de la Sección Oficial, bastante regulera a estas alturas, la película de Trueba arrancó bravos al final de su proyección gracias a su impecable factura pero, sobre todo, gracias a su confianza en el género humano.

Se agradece tanto este respiro de aire fresco.

 

Se agradece tanto este respiro de aire fresco.

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