
La película de Spielberg se lleva 12 nominaciones.
Por Claudia Lorenzo
De vez en cuando los Oscar dan algún susto, alguna sorpresa, que nos alegra el día. De acuerdo, que John Hawkes no esté nominado por Las Sesiones, que Ben Affleck o Kathryn Bigelow ni se mencionen en la categoría de mejor director (mucho queremos a Homeland, pero que no se mente la CIA en la Academia) o que Marion Cotillard haya pasado sin pena ni gloria por esta edición, eso disgusta un poco (aunque, siendo sincera, puestos a cabrearnos por De óxido y hueso, lo que es inaceptable es que Matthias Schoenaerts no sea recordado con más frecuencia). Pero… ¿Beasts of the Southern Wild? ¿Quién se imaginaba que iban a lograr, no muchas, pero sí tan importantes nominaciones? Benh Zeitlin es candidato a la mejor dirección y al mejor guión adaptado junto con Lucy Alibar, Quvenzhané Wallis es candidata a mejor actriz y la película es una de las nueve nominadas a mejor filme del año. ¿Es lo mejor del 2012? No. Pero es valiente y es sorprendente que la Academia, esa institución a la que todos imaginamos anciana y sin vida, reconozca la energía joven que desprende y las ganas de hacer cine que transmite. Affleck sustituido por Zeitlin no se veía venir.
Sí que se ve venir que Lincoln se los va a comer a todos con patatas. Aunque también pensamos muchos lo mismo el año de Salvar al soldado Ryan, y Shakespeare enamorado se llevó el gato al agua. Está claro que ahora empieza la lucha final, y que Harvey Weinstein va a tirar la casa por la ventana defendiendo Silver Linings Playbook, The Master y Django Unchained; a ver cómo se las apaña en las candidaturas de interpretación, que están que se matan unos a otros. Hay categorías que se presumen ya dadas: la mejor película extranjera se va a ir con Haneke y su Amour, y la mejor actriz secundaria es la Fantine de Anne Hathaway, si Sally Field no sorprende. También canta Daniel Day-Lewis en protagonista, porque parece que siempre que está, tiene que recibirlo. Sin embargo, el Oscar a mejor actriz o el de mejor actor secundario (DiCaprio otra vez abandonado a su suerte) son emociones de esas que la ceremonia hace años que no da. Todo depende de la agresividad de la campaña de Harvey, como siempre. Personalmente, tengo claro que defiendo sin duda How to Survive a Plague como mejor documental.
En un año definido por muchos como “bueno” para el cine, la verdad es que las candidatas desbordaban las nominaciones. Hay que reconocerle a algunas películas, aunque no muchas, el haber sido capaces de aguantar el tirón del año. Siempre emociona acordarse de títulos que fueron estrenados hace meses, y que, por buenos, permanecen en la memoria de los espectadores. Los premios son inmediatos, y por ello caen en errores temporales… o bajo las garras de la propaganda de los Weinstein (es la última observación sobre ellos, lo prometo). Sin embargo, el tiempo dirá si volvemos la vista atrás y recordamos Los Miserables o si, en cambio, seguimos admirando el pulso de Argo.
Y si no, que se lo digan a un tal Cary Grant.