Crítica
Non-Stop (2014), de Jaume Collet-Serra
Por Pablo Álvarez
El término “suspensión de la incredulidad” se acuña para describir aquella situación en la que se debe pasar por alto un elemento inverosímil, dentro de la lógica interna de una narración, para disfrutar plenamente de ella. A medida que se desarrolla la trama de Non-Stop se nos exige poner esto en práctica para que la experiencia llegue a ser satisfactoria, pero aun así, el resultado final no cumple las expectativas.
Su argumento sigue los pasos de Bill Marks (Liam Nesson), un agente del servicio aéreo con un pasado marcado por la tragedia y el alcoholismo, que se encarga de la seguridad de un vuelo de Nueva York a Londres. Estando a bordo, recibirá un mensaje de texto anónimo con este inquietante contenido: “si no ingresa la cantidad de 150millones de dólares en una cuenta secreta, cada 20 minutos morirá un pasajero”. No es la primera vez que experimentamos en el cine una situación de peligro dentro de un avión. Películas como Pasajero 57 (1992), de Kevin Hooks, Air Force One (1997), de Wolfgang Petersen o Vuelo Nocturno (2005), de Wes Craven, ofrecían una premisa similar con más pena que gloria en la mayoría de los casos. Teniendo esto en cuenta, esta nueva propuesta presentaba como mayor reclamo la garantía de calidad que ofrecía el tándem formado por su director y su protagonista.
El realizador catalán, Jaume Collet-Serra, se encuentra en la actualidad consolidado dentro de la industria hollywoodiense tras labrarse una carrera con títulos como La casa de cera o La huérfana. Non-stop supone su segunda colaboración junto al actor Liam Neeson (tercera si tenemos en cuenta que Run all night se encuentra en proceso de postproducción) tras el interesante thriller Sin identidad. Los buenos resultados que ambos obtuvieron en aquella ocasión hacían prever que este nuevo trabajo iba a resultar igual de satisfactorio. Sin embargo, aunque Collet-Serra haya afirmado que su principal fuente de inspiración para el film han sido los relatos de Agatha Christie, no ha conseguido emular a la célebre escritora a la hora de manejar el suspense. De este modo, lo que en un principio podría haber supuesto un trepidante juego del gato y el ratón, acaba mostrándose más convencional de lo que prometía su premisa. Esto resulta todavía más frustrante teniendo en cuenta el buen arranque de la cinta, con una elegante presentación de los personajes y del planteamiento de la amenaza, así como algunos acertados recursos narrativos, como los mensajes de móvil que aparecen superpuestos en la imagen. Lamentablemente, estos aspectos acaban diluyéndose entre la reiteración de situaciones ridículas, que deriva en una progresiva falta de interés ante lo que sucede en pantalla.
La calidad interpretativa de Liam Neeson está, a estas alturas, fuera de toda duda. El veterano intérprete irlandés ha sabido reinventarse en los últimos años como estrella de cine de acción en cintas como la saga Venganza o la adaptación cinematográfica de El Equipo A. En este sentido la película no decepciona, mostrando al actor envuelto en distintas situaciones que satisfarán a aquellos espectadores que disfruten de esta faceta suya. Por otro lado, encontramos a la no menos excelente Julianne Moore, que repite junto a Neeson tras haber coincidido en Chloe (2009), de Atom Egoyan. Las escenas que ambos comparten desprenden química y complicidad, suponiendo uno de los mayores aciertos del film. Como apunte, resulta curiosa la aparición de una Lupita Nyong´o, previo Óscar, cuya breve intervención es meramente anecdótica.
Collet-Serra ha demostrado ser un realizador eficiente en el pasado. No obstante, en esta ocasión no ha sabido sortear una serie de aspectos que acaban lastrando lo que podría haber resultado un trabajo mucho mejor. Esperemos que en su próximo proyecto se muestre más inspirado, porque talento le sobra para ello.