Crítica
Sunset Song (2015), de Terence Davies
Por Joan Colás
La autoría se ha convertido en la perfecta excusa para que directores de renombre puedan hacer lo que quieran con la seguridad de que algún crítico le salvará de la quema. Nombres hay muchos, y ahora se puede a sumar a la lista Terence Davies y su Sunset Song. Por mucho que el guión no sea de cosecha propia (se basa en la obra homónima de Lewis Grassic Gibbon, publicada en 1932) no es excusa para hacer una película tan clásica como previsible a la que unas preciosistas imágenes no puede salvar.
Sunset Song narra la historia de Chris (Aguness Deyn) una joven chica de la Escocia rural en los años previos a la I Guerra Mundial. De padre ultracatólico y violento, madre sin derecho a opinión y un hermano rebelde, la joven pronto se verá enfrentada a los devenires de la edad adulta y más tarde a los de la guerra. Y Davies conoce perfectamente este terreno. Obras como The Deep Blue Sea o Distant Voices así lo atestiguan; en ellas ya aparece la violencia paterna y el poder y la fuerza surgido de lo femenino. Pero mientras en sus trabajos anteriores, el cineasta conseguía crear grandes atmósferas intimistas y cercanas tanto a protagonistas como espectadores, en Sunset Song se aleja.
No hay un exagerado dramatismo en el trato de las emociones más allá de cierta música, como suele hacer. Davies se centra en la idea principal del texto original: la tierra es lo único que sobrevive y el resto simplemente pasa. Pasa como las más de dos horas que dura el film sin que el espectador pueda disfrutar de otra cosa que de esos magníficos planos del campo y la tierra cultivada, el centro de atención de Davies. Y esto no es suficiente para justificar una obra anodina que surfea por el compromiso patrio esbozando ideas, porque, claro, lo fundamental es vivir y respetar la Tierra como lugar, no como posesión ni patria.
Los momentos más duros e íntimos resultan fríos, pese a la bella iluminación de la película, sacados de unas plantillas de “cómo hacer cine clásico”, impersonales. Igual que los planos del campo de trigo y los paseos de la protagonista a través de él. Uno espera que en algún momento aparezca la mano del gladiador Máximo o que la protagonista emule a Scarlett O’Hara. Los referentes cinematográficos y los bellos planos significativos de la tierra en guerra pueden dar empaque a una historia, pero si ésta resulta fría la película fracasa.
Terence Davies no ha hecho un pésimo filme. Se nota la profesionalidad del cineasta con el uso del 35mm y los juegos con la luz, cuida a su protagonista (aunque no tanto a sus secundarios) y la historia clásica va mucho más allá del melodrama y/o el discurso antibelicista, creando bellas imágenes. El problema radica en que la grandilocuencia del relato ha acabado con la historia intimista y se ha llevado por delante parte del talento del director. Sunset Song es ambiciosa y bella para la vista pero, sin duda, no pasará como una de las obras mejor recordadas del cineasta.