
Jacob Lofland como “Neckbone”, Mattew McConaughey como “Mud” y Tye Sheridan como “Ellis”,
en “Mud”, de Jeff Nichols.
Crítica
“Mud” (2012), de Jeff Nichols
Por Sara Méndez
Hay quienes dicen que “Las aventuras de Huckleberry Finn” es la mejor obra de la literatura americana. Escrita por Mark Twain a finales del sigo XIX, la novela sigue suscitando admiración en jóvenes y académicos no sólo por el trasfondo de la historia, que trata temas controvertidos como el racismo, sino también por la capacidad que el escritor tenía para describir lugares y crear personajes inolvidables.
Eso mismo es lo que consigue Jeff Nichols en su último film, “Mud”. Tras “Shotgun Stories” (2005) y “Take Shelter” (2011) protagonizadas por el magnífico Michael Shannon, Nichols regresa con una historia sobre amistad, amor y madurez.
Escrita y dirigida por este cineasta americano nacido en el estado de Arkansas en 1978, donde tiene lugar la historia, “Mud” narra las aventuras del joven Ellis (Tye Sheridan) y su mejor amigo Neckbone (Jacob Lofland) quienes, como Huck Finn y Tom Sawyer, se desplazan en una vieja lancha por el río Mississippi hasta llegar a una isla desierta donde encuentran un barco varado en lo alto de un árbol.
De corazón noble, Ellis busca escapar de su vida familiar, que se está rompiendo en pedazos, mientras explora los entresijos del amor. Neckbone, más pícaro, es un huérfano que vive con su entrañable tío Galen (Michael Shannon), un pescador de almejas cuyo visión del mundo resulta clave en la trama.
Cuando Ellis y Neckbone descubren a un hombre que dice llamarse Mud (Matthew McConaughey) viviendo en el barco, los chicos se comprometen a ayudarle fascinados por la historia que les relata. Tras matar a un hombre que maltrataba a su novia Juniper (Reese Witherspoon), Mud se refugia en la isla para escapar de un grupo de cazarrecompensas liderado por King (Joe Don Baker). Ellis, con una visión pura y romántica del amor, siente compasión por Mud mientras que Neckbone le mira con suspicacia, intentando proteger a su amigo.
Cuando las cosas se complican Ellis le pide ayuda al viejo Tom Blankenship (Sam Shepard), un solitario ex marine que vive al otro lado del río y cuya relación con Mud resulta un tanto misteriosa.
Hay que reconocer que el reparto no podría haber sido más acertado. McConaughey hace el mejor papel de su carrera y el joven Sheridan, a quien vimos en “El árbol de la vida”, nos cautiva con su naturalidad y franqueza. Para Lofland, quien tiene cierto parecido al malogrado River Phoenix, este es su primer papel, lo cual no deja de ser sorprendente. Por su parte, Shepard y Shannon son extraordinarios a pesar de su reducido tiempo en pantalla.
Sin embargo, lo maravilloso del film radica en la honestidad de la historia. Nichols demuestra tener una sensibilidad especial para crear personajes memorables y plasmar paisajes espectaculares (desconocidos para muchos) que se convierten en una parte fundamental de esta inolvidable aventura. La visión del mundo a través de los ojos del joven Ellis es sincera y la ingenuidad de la adolescencia resulta entrañable a la vez que dolorosa, sobre todo por la inevitable colisión a la que deben hacer frente cada uno de los personajes.
“Mud” recuerda a una de esas fábulas con moraleja; a uno de esos cuentos que se les cuanta a los niños. Y es que “Mud” es una aventura sobre moralidad y crecimiento personal, una película con magia que no deja indiferente y que sin quererlo, se te clava en el corazón.