Crítica
Une nouvelle amie (2014), de François Ozon
Por (Crítica del Festival Internacional de Cine de San Sebastián)
La verdad es que hasta pasadas unas horas y llegada la rueda de prensa de François Ozon, una servidora tenía bien claro cómo comenzar la crítica de hoy, con una referencia a Freud y a la manía que tiene este director francés de pasarlo todo por el tamiz sexual, incluso lo que parecía una historia de amistad y almas encontradas.
Pero con las reflexiones de Ozon y los dos actores principales, Romain Duris y Anaïs Demoustier, sobre los últimos cinco minutos del filme, se me ha ido la seguridad y he tenido que rebobinar para ver el asunto entero con otros ojos. Si la historia no es de amistad, sino de amor, el asunto sexual es necesario. Y si siendo de amor, y siendo ése el objetivo constante del equipo, transmitir las vicisitudes que tiene que pasar una pareja que se aleja de lo convencional, ¿por qué el final evidente se me escapó y me guié por uno mucho más conservador, una amistad, que siendo diferente no podría considerarse una excepción extrema? ¿Es porque hubo un fallo en el producto o porque hay, aún, una resistencia inconsciente en el público a asumir como lógicas las parejas que se escapan mucho de la media?
No suelo comulgar con el cine de Ozon, me parece correcto, entretenido, pero muchas veces demasiado burgués y perverso. Une nouvelle amie, sin embargo, por ser la historia cercana de dos personas que no suelen estar en el epicentro de su mundo, de sus vidas de ricachones y sus problemas del primer mundo, llega de otra forma, siendo capaz de agitar conciencias y hacernos pensar hasta qué punto estamos acostumbrados a ver una historia así en primer plano. Si bien, al compararse con Pedro Almodóvar, esta historia parecería otra cualquiera de aquellos que viven en los márgenes en los que opera la tolerancia completa, Ozon se acerca mucho más al problema social del asunto, del ser diferente, algo que Almodóvar siempre ha tratado de rechazar intentando revestir de normalidad lo que en otras épocas aún resultaba chocante.
La historia se podría resumir en lo siguiente: David (Duris) queda viudo joven y con un bebé al que cuidar. Claire (Demoustier), la mejor amiga de la fallecida, promete asegurarse de que tanto el chico como la hija estén bien. Un día de visita entra en casa por sorpresa y se encuentra algo inexplicable, diferente y, sobre todo, sorprendente. El tono, que viene dado ya por las primeras imágenes del filme, tiene algo de ligero, de bonachón, pero también de confuso y oscuro, de thriller, como si la salida a la luz que pretenden los personajes vaya a llegar sólo después de muchos problemas.
Cuesta hablar de un filme cuando el deseo por preservar el misterio que le rodea es mayor. Es complicado destripar a los personajes, a un David que sigue descubriéndose e intenta adaptarse a un nuevo mundo, y una Claire que de repente averigua que tiene dentro cosas que nunca había sentido antes, o que sí había sentido viviendo en la sombra de su amiga.
Dice Ozon que comenzó a escribir esta historia, una adaptación libre del relato corto de Ruth Rendell The New Girlfriend, cuando las protestas a favor y en contra del matrimonio homosexual copaban las calles de Francia. Con ganas de contar una historia con una diferencia, y que esa diferencia fuese aceptada, ergo cercana, decidió alejarse en algunos puntos del referente literario y llevar el relato por donde su corazón le decía. Ha acabado así firmando una historia de amor optimista, que aboga por presentar en la gran pantalla un tipo de vida y de relación que ha de conocerse y entenderse para verse aceptada.
Se dice que este Ozon es más ligero, pero con toda la ligereza de la que hace gala trata asuntos con mucha más profundidad que otras veces. Tal vez lo osado y bizarro de la propuesta sea su mejor arma.