Crítica
To the Wonder (2012) de Terrence Malick
Por Claudia Lorenzo
ESTRENO 12 DE ABRIL
Hace años, cuando la “Elizabethtown” de Cameron Crowe salió a la luz, el crítico de cine Nathan Rabin acuñó el término “manic pixie dream girl” para referirse a los personajes femeninos chispeantes y un tanto raros que entraban en la vida de un hombre, normalmente el protagonista, y básicamente le salvaban la vida. Son mujeres con poca profundidad emocional, que siempre están llenas de energía y alegría, y que nacen normalmente de la mente de escritores masculinos, porque no tienen otra razón de ser más que la de entretener a su compañero.
Resulta curioso comenzar a hablar de Terrence Malick por ése término. “To the Wonder”, su última película, “cuenta” la historia de Marina (Olga Kurylenko), una mujer que vive en Francia y se enamora de un americano de Oklahoma (Ben Affleck), a donde se acaba mudando con su hija. La relación, dentro de esa comunidad de casas uniformes con césped, es asfixiante y el hombre comienza otra relación con una mujer de su pasado (Rachel McAdams). Así, a grandes rasgos, y con las reflexiones de Javier Bardem, ejerciendo de cura, de fondo, podría definirse la película. El problema es que Marina es una “manic pixie dream girl”, y cuando lleva hora y media corriendo por los campos, jugando a esconderse, bailando por la casa o haciendo el tonto con cada objeto que encuentra, una empieza a entender al personaje de Ben Affleck, que sólo muestra hastío. Marina no es una mujer de la que enamorarse, es una niña a la que cuidar. Y eso condena a cualquier relación, sea cual sea el atractivo físico de sus integrantes o la poesía de las imágenes que nos lo muestran.
Marina, sin embargo, es un buen punto de vista para mostrarnos el choque entre la bulliciosa vida parisina y las urbanizaciones y los infinitos campos de trigo de Oklahoma. Esa cara de constante sorpresa, esos ojos de niña asustada que tiene Kurylenko, se emocionan con cada pequeño detalle americano. Como si estuviésemos saltando de una foto de Robert Adams a otra, de un cuento de Raymond Carver a otro o pasando de puntillas por toda la obra de Edward Hopper, inspiración constante en Malick, las imágenes de Estados Unidos transmiten un amor y una necesidad de comunicar ese amor que, dentro de lo difícil que es identificarse con nadie en esta historia, consiguen la empatía de cualquier espectador. Como cualquier película de Malick, “To the Wonder” es, sobre todo, visualmente bella. Si uno tiene la paciencia y la capacidad de aguantar dos horas sentado, sin que pasen demasiadas cosas, merece la pena verla en pantalla grande. Aunque “El árbol de la vida” me pareció soporífera, me arrepentí de no haberla visto en el cine.
“To the Wonder”, que tiene una línea narrativa un poco más definida (aunque viniendo de Malick tampoco esperéis encontrar un inicio, nudo y desenlace), nos muestra las dificultades de alguien que trata de amar y de alguien por ser amado. El recientemente laureado Ben Affleck es un hueso duro de roer, alguien que toca, que quiere tocar, pero que teme que algo se rompa en el camino. Vive en una casa soleada, inmensa y vacía, y el amor, o las necesidades, que su relación con Marina le presenta le son desconocidas. Kurylenko, guapísima, de belleza tranquila, encaja en el ambiente, aunque produce la sensación de querer meternos en la pantalla y darle una buena sacudida de hombros, para que despierte y para que deje de ser constantemente chispeante y sea, simplemente, una persona. Amelie Poulain, siendo un estilo del personaje, tenía mucha más profundidad. Se recibe como un soplo de aire fresco la presencia de Rachel McAdams, que representa a la otra mujer, la alternativa, un personaje mucho más sólido y con el que, pese a su corta presencia en pantalla, cuesta mucho menos identificarse. Javier Bardem, que está creándose una carrera muy interesante, aunque a veces su intensidad repele, interpreta a un sacerdote con crisis de fe por todo lo corrupto que ve en el mundo. El problema de Bardem, que tienen muchos actores, es que últimamente parece que sólo hace de Bardem.
Como en toda película de Malick que se precie, hay personajes y actores que se han quedado por el camino: Barry Pepper, Michael Sheen, Amanda Peet o Jessica Chastain. Sin embargo me produce verdadera pena que también Rachel Weisz se haya caído en la sala de montaje, porque una actriz tan interesante seguro que tenía mucho que aportar al trabajo de Malick.
Al final la sensación que queda es que, sea buena, regular o mala, una película de Terrence Malick siempre es un evento interesante, que demuestra la necesidad de un cineasta por experimentar sensorialmente e ir más allá. Sin embargo, si la historia es el alma de las películas (y eso seguro que habría que discutirlo), To the Wonder exige un esfuerzo de interpretación excesivo.